jueves, 2 de julio de 2009
CONTRAEDITORIAL: FACILISMOS

Creo que el autor se equivoca al hablar del “facilismo” del voto nulo, y en especial al pretender que su guión para elegir no se nos había ocurrido ya a los que vamos a anular el voto. Estoy cierto que la gran mayoría de los que vamos a anular seguimos esos mismos pasos que propone Carbonell y llegamos a las mismas conclusiones: a) todas las opciones políticas actuales, si bien tiene cada una sus defectos individuales, comparten la misma dolencia básica, no nos están representando, se representan nada más a ellos mismos. Esto es básico y ninguno de los partidos se salva. b) ya decidimos que hay que castigar, pero a todos, porque al castigar a uno, premiamos a otro (que tampoco merece el premio) y porque al final, ese “castigo” lo terminamos pagando los ciudadanos (acordarse de que se votó por Fox para castigar al PRI). Y c) no es posible que tengamos que estar, como ciudadanos que pagamos por estos carísimos partidos, hurgando como pepenadotes por alguna idea, aunque sea una. Su trabajo como partidos es producirlas y hacerlas conocer, para eso son los partidos, si no pueden hacer ni eso, no merecen nuestro voto.
¿Qué es más “facilista” al final? ¿Aventarse a censurar a todo el sistema político, para lograr un cambio, o pretender que no pasa nada malo y que votando por “el menos malo” le hacemos un favor a la democracia?