miércoles, 10 de junio de 2009

UTOPIAS DE A PESO: TRANSPORTE COLECTIVO EN AGUASCALIENTES

Las utopías de a peso son una nostálgica añoranza de aquellos días en los que nos poníamos, mis compañeros de secundaria y bachillerato a inventar cómo podríamos tener una mejor ciudad. Prueba de que nuestro tiempo y nuestras reprobaciones por faltas no fueron totalmente en vano son el hecho de que logramos anticipar el paso a desnivel de López Mateos y pensamos en Plaza Kristal antes de que existiera.

Como su nombre debiera indicar, las utopías de a peso no son para tomarse muy en serio, son en todo caso, excusas para poder platicar sobre cómo hacemos que esta ciudad, se nos vuelva más habitable, menos hosca, menos ajena.

EL TRANSPORTE PÚBLICO

Es de todos (los que me conocen) sabido que yo no me llevo bien con los autos. Es algo que me rebasa y que el hecho de que tengo que manejar uno a diario no ayuda a remediar. Desde mi punto de vista, cuando elegimos el medio de tranportarnos en el siglo XX, la regamos gacho, elegimos la peor de las opciones. El automóvil ayuda a sacar siempre lo peor de nosotros (vean la caricatura de Tribilín sobre Mr. Walker y Mr. Driver), contamina, irrita, congestiona, cansa, es el equivalente a una pulmonía y una arterioesclerosis para las ciudades. El automóvil es el símbolo de la sociedad individualista y de consumo que está haciendo crisis justo en este momento ¿Y cómo reaccionan nuestras autoridades a dicha crisis? Haciendo hartas carreteras y hartos puentes para que pasen todavía más automóviles. Así no funciona la cosa, los autos se multiplican como las cucarachas y ocupan todo el espacio. Las ciudades de hoy en día ya no son para las personas, que se encierran, temerosas en sus casas o fraccionamientos cerrados, el automóvil nos ha corrido de nuestro propio espacio.

¿Cuál es, entonces la mejor opcíon para movernos en la ciudad, oh Dr. D? me preguntan anhelantes. Pues los trenes, pequeños saltamontes (breve homenaje a David Carradine). Los trenes de todos colores y sabores, como tranvías,







trenes ligeros,




metros,


monorrieles




y un largo etcétera de opciones que nos podrían liberar de la tiránica dictadura de los urbanos, y de sus mefistofélicos choferes.

Ya en serio, los autobuses en Aguascalientes ( y en cualquier otra ciudad) han demostrado hasta la saciedad que no son la mejor opción para mover mucha gente con un mínimo de decencia. Y no vamos a poder bajar el extraodinariamente ridículo número de automóviles que se amontonan en las calles (En Aguas hay un coche por cada tres habitantes, según el INEGI, más si sumamos los chocolates) sin una opción real y eficiente de transporte público.

Y los trenes lo son, de entrada nos libran de la dependencia a los choferes. Imagínense, trasladarse por la ciudad sin padecer porque el operador de nuestra unidá quiere jugar carreritas con su compa. Los trenes van siempre por su vía, no rebasan por la derecha, no se le cierran a otros autos, no exceden su límite de velocidad, no se brincan paradas, en fin, la dicha.


Ciertamente, este tipo de transporte cuesta más que el autobus, pero el costo se paga. Además de todas las ventajas ya señaladas. Los sistemas de trenes en las ciudades permiten una mucha mayor movilidad entre distintas rutas por un solo precio. Esto es, como en la ciudad de México, uno puede ir y venir por (casi) toda la red con un solo boleto. Añádanle a esto el hecho de que por necesidad, las paradas de este medio de transporte están mucho más controladas y vigiladas, lo que disminuye en alto grado la posibilidad de sorpresas desagradables como asaltos.

Claro, quien ya haya padecido el metro de la ciudad de México estará haciéndose la imagen mental de medio millar de individuos hacinándose en un solo vagón. A favor de Aguascalientes está el hecho de que tenemos una décima parte (o menos) de la fauna del D.F. , lo que nos permite visualizar un sistema de transporte en donde podamos ir mucho más a gusto de lo que hoy se puede ir en un camión (sin tener que andar colgado del pescante a lo George de la Selva).
En fin, espero haber clarificado mi punto. Pero la utopía no se queda en la queja ni en el intento de propuesta, el chiste es aventarse a pensar cómo podría ser la ciudad algo distinto y (creo) mejor. Así que en la siguiente entrega de esta utopía de a peso presento la ruta uno del sistema de transporte colectivo de Aguascalientes. No se pierda esta sensacional aventura.

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