miércoles, 26 de mayo de 2010

SE FUE A CALACAS




Me entero, con un poco de pesar, que hoy falleció Don Gabriel Vargas, el padre de los ya inmortales personajes de la Familia Burrón. Digo con un poco de pesar porque en realidad en casos como los del maestro Vargas, su muerte es un mero incidente anecdótico. Lo importante es que Gabriel Vargas vivió y creó todo un extraordinario mundo que funciona todavía hoy, al mejor estilo mexicano, como un espejo cómico y trágico de lo que somos.

En la Familia Burrón, las desgracias se suceden sin interrupción y muchas veces sin piedad sobre los habitantes de la vecindad chilanga en donde subsisten con lo mínimo los héroes y sin embargo, las desgracias son tomadas como motivo de risa, no para burlarse de los infortunios de Borola y de Don Regino (quien se me antoja como la proyección total de Don Gabriel, un hombre bueno bueno bueno, responsable y profundamente enamorado de su gente) sino para reirse con ellos, para comprender que lo peor que podemos hacer es dejarnos vencer ante la canija suerte.

Los méritos de la Familia Burrón son inmensos y reconozco que ya le debemos desde hace rato un estudio serio y profundo de este mundo que construyó. La creación de los personajes por sí sola es un logro magnífico. No solamente Borola, sino todos los que la rodean, tanto en el bajo mundo de los que tienen poco con pelearle a la vida (su hermano Ruperto, Susano Cantarranas), en la clase alta (Cristeta, el Tractor) , el medio rural de caciques (Briagoberto Memelas) y la clase política, que tristemente ha cambiado poco o nada en todo el tiempo que la historieta salió.

Pero además Don Gabriel creó su propio lenguaje visual, con estilo totalmente propio y original, su sello es reconocible por todos lados y, si fuéramos un país en donde no tuviéramos estereotipado el arte secuencial (vulgo cómic) como algo para la clase baja, el estilo de Gabriel tendría que haber hecho una escuela propia, al estilo de Hergé en Europa o de Ozamu Tezuka en Japón. De ese tamaño considero a Don Gabriel, quien me parece que tendría todo a su favor para ser considerado el Eisner mexicano (no sé si haya premios en México a la gráfica secuencial, pero si hay desde ya exijo que los premios se llamen los Vargas).

Este Ghetto al que está confinada la historieta en México, en el cual su mismo nombre evoca solamente lo peor del libro Vaquero y la Novela Semanal, no nos ha permitido todavía aquilatar en lo que vale el trabajo de Don Gabriel (y conste que nada más estoy hablando de los Burrón, que no son la totalidad de su obra). Simple sencilla y llanamente, su hubiera alguien con tantita visión ya hubiera montado a los Burrón en la tele. Si lo piensan un poco, los Burrón son la versión mexicana, mexicanísima, de los Simpson, solo que los de Don Gabriel llegaron a jugar con la dinámica familiar, con la situación social y con la cultura popular mucho tiempo antes que la familia amarilla de Matt Groening. Donde allá está el gaznápiro de Homero, aquí está la audaz, irreverente y alocadísima Borola. Los Burrón son, o deben ser, una herencia que nos regaló a todos los Mexicanos Don Gabriel, nuestra obligación debe ser no perderla, seguirla haciendo crecer, compartirla con todos los que podamos, aprovecharla al máximo y aprender de ella.


En fin, Don Gabriel se fue, y nos deja con varias deudas. Nos deja con la deuda de sacar del abandono e indiferencia generalizada de la población (sobre todo de la población "culta") al cómic y sobretodo, nos deja el pesadísimo encargo de hacer que la realidad que plasmó con tanta fidelidad como humor, esa realidad en donde cinco personas duermen en dos camas, en donde a los ricos se les perdona todo a base de billetazos y donde la pobreza es inescapable, cambie. 

Gracias Don Gabriel.

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